Se dice que el sol y la luna fueron creados por los dioses del universo, símbolos de su poder serían, e iluminarían su creación divina, pero el tiempo pasó y tanto el sol como la luna, solo como adornos se sentían, simples monumentos al ego de los dioses.
Coincidieron en la tristeza de su existencia, y entre coincidencias se acercaron hasta que frente a frente quedaron, su amor nació y lo demostraron, uniéndose a espaldas de los dioses, pues prohibido se los tenían.
De esa unión floreció un nuevo cuerpo celeste: La tierra. Mas esto a los dioses no gustó, no concebían que algo tan bello pudiera existir sin haber sido creado por sus propias manos, aunque egocéntricos eran desde siempre, y dejaron que la tierra siguiera existiendo, pero con una condición:
El universo entero escucharía que ese nuevo y hermoso planeta, por sus manos había sido creado, no por la desobediencia del sol y la luna.
Pero eso era solo la condición hacia la tierra, aun faltaba el castigo para los rebeldes astros. Nunca mas tendrían contacto entre ellos, y por su querida tierra quedarían separados, condenados a un baile eterno donde podían mirarse, pero no volver a tocarse, ni al planeta poder acercarse, pues lo destruirían si volvían a entregarse.
Desde entonces el sol lloró ráfagas de fuego, y la luna se enfrió en un halo de resignación. Pero su triste lejanía tuvo recompensa en el mismo brillo de su creación, pues cuenta se dieron, que su forzado alejamiento forjó un equilibrio perfecto, y dentro del fruto de su amor... vida se había creado.
A partir de ese momento, su equilibrio en sonrisas se convirtió, pues al universo demostraron, que no solo los dioses pueden crear algo bello, sino cualquiera que tenga un sentimiento puro y lo comparta con sinceridad.
Coincidieron en la tristeza de su existencia, y entre coincidencias se acercaron hasta que frente a frente quedaron, su amor nació y lo demostraron, uniéndose a espaldas de los dioses, pues prohibido se los tenían.
De esa unión floreció un nuevo cuerpo celeste: La tierra. Mas esto a los dioses no gustó, no concebían que algo tan bello pudiera existir sin haber sido creado por sus propias manos, aunque egocéntricos eran desde siempre, y dejaron que la tierra siguiera existiendo, pero con una condición:
El universo entero escucharía que ese nuevo y hermoso planeta, por sus manos había sido creado, no por la desobediencia del sol y la luna.
Pero eso era solo la condición hacia la tierra, aun faltaba el castigo para los rebeldes astros. Nunca mas tendrían contacto entre ellos, y por su querida tierra quedarían separados, condenados a un baile eterno donde podían mirarse, pero no volver a tocarse, ni al planeta poder acercarse, pues lo destruirían si volvían a entregarse.
Desde entonces el sol lloró ráfagas de fuego, y la luna se enfrió en un halo de resignación. Pero su triste lejanía tuvo recompensa en el mismo brillo de su creación, pues cuenta se dieron, que su forzado alejamiento forjó un equilibrio perfecto, y dentro del fruto de su amor... vida se había creado.
A partir de ese momento, su equilibrio en sonrisas se convirtió, pues al universo demostraron, que no solo los dioses pueden crear algo bello, sino cualquiera que tenga un sentimiento puro y lo comparta con sinceridad.