Vamos a jugar a que queremos hacernos el amor, cuando lo que realmente necesitamos es destrozarnos los sentidos, desgarrándonos la piel al calor de los gemidos y al sabor de los fluidos. Y cuando nos bebamos la última gota que de nuestros sexos emane, recordaremos que nos amamos locamente, y con un beso en los labios y un orgasmo en el corazón… ambos habremos ganado el juego.