Eva despertó, algo confundida por la oscuridad de la habitación donde se encontraba, y también por el alcohol que había en su cuerpo, la noche anterior había bebido mucho, pero lo pasó muy bien con su esposo, bailando y riendo en la cena familiar en casa de sus suegros. Miró a su lado en la cama y encontró la silueta de su marido, sonrío con las imágenes en su mente, difusas por el alcohol, pero recordaba haber tenido un sexo muy especial con su esposo...
Aun vibraba recordando como entraron en la habitación, escondiéndose del resto de la familia y guardando el silencio que fuera posible dentro de su excitación, él la besaba con pasión, casi con furia, ella se sentía extrañada por la intensidad con la que la besaba mientras le tocaba las piernas, como le respiraba al oído al tiempo que subía su mano hasta la entrepierna donde rozaba con firmeza, Eva disfrutaba con esta sorpresiva lluvia de sensaciones, su esposo siempre había sido pasional en la cama, pero en estos momentos donde prácticamente le arrancaba la ropa interior tirando a su mujer sobre la cama, la estaba llevando a la gloria en nuevas y estupendas tonalidades.
De espaldas sobre la cama, ella solo se dejó llevar, su hombre de rodillas la enloquecía, con su lengua arribando a su vagina y sus manos que apretaban los pechos por encima de la ropa, su cuerpo vibro por completo cuando aquella lengua penetró dejándola en un grito ahogado, una tortura silenciar los gritos con el placer que sentía. Su clímax la hizo tomar una almohada y literalmente morderla para no dejar escapar sus gemidos. Su esposo no le dio respiro y la giro como si de una muñeca de trapo se tratase, la giro y se puso sobre ella rozándole todo su sexo entre las piernas, así subió hasta que ella sintió el empuje de aquellas caderas que le abrían los labios vaginales para recibir a su irreconocible marido.
Lo que le siguió solo fue la culminación perfecta para esa alocada noche, él la embistió como nunca, y ella termino en un orgasmo tan fuerte como jamás había sentido uno, eso, más el alcohol en su sangre, la hicieron prácticamente perder la conciencia y quedó dormida en la misma posición como la dejo aquel enorme y agotador orgasmo.
Eva abrió los ojos otra vez, suspiró por los recuerdos que no habían hecho mas que acelerarle los latidos, se giro a un costado y beso el cuerpo de aquella silueta que tanto placer le dio hacia apenas unas horas, con ese beso provocó que su marido hiciera algunos ruidos dentro de su sueño, sonidos que a ella le sonaron extraños. Encendió la pequeña lámpara a su lado y cuando se hizo la luz, ella se quedó helada, la silueta se iluminó mostrándole el cuerpo desnudo... ¡de su cuñado!
Eva no supo que hacer, se paralizo de pies a cabeza, no sabia como reaccionar, solo se preguntaba ¿como es que había sucedido esto? Su cuñado dormía profundamente y las ropas de ambos tiradas por toda la habitación solo la confundían más. Reaccionó como pudo, se vistió como pudo, y como pudo salio de ahí sin hacer el mínimo ruido, se dirigió a la cocina de la casa mientras se preguntaba ¿que pasó?, pero, al cruzar por el salón principal ¡vio en el sillón a su marido! que despertó al sentirla cerca.
Éste, con una sonrisa en el rostro se dirigió a ella diciéndole: "No supe ni a que hora me quedé dormido aquí... ¿vaya noche, eh?"