22 de mayo de 2013

Tu y yo en la ventana


Estoy mirándote, estoy pensándote, eso no es nuevo en mi, estoy deseándote, estoy excitándome por mirarte, eso tampoco es novedad en mi ser, la diferencia de este día, es que al fondo de tu hermosos cuerpo hay una ventana, colocada en el medio de una habitación de grises tonos que contrasta bellamente con tu blanca piel, esa piel suave y que desprende un aroma que enloquece cualquier control en mi cuerpo, que desquicia mis sentidos y me hace cometer locuras inimaginables cada vez que te pienso, te sueño, o te siento pegada a mi piel desnuda.

La ventana tiene a la calle del otro lado, a la solitaria calle de la que todo mundo huye, porque solo tiene frío, viento helado, y lluvia que congela. Quiero que la mires, para que sientas lo que mis ojos vieron cuando cruzaste ante mis ojos, quiero que sientas mi pecho en tu espalda, mis manos subiendo hacia tus pechos, y mi boca arrastrando el aliento por tu cuello hasta que las cosquillas que te provoco den paso a las ganas, a las insaciables ganas que yo siento por ti, por comerte, por devorarte las mismas 24 horas en que tu no sales de mi mente cada día.

Y lo sientes, y lo miras, y me sientes, y me miras, mis manos bordeando tus pechos hasta encontrar el camino a tus pezones, tus erizados pezones que me fascina tocarte y acariciarte con toda la gama de caricias de las que mis dedos son capaces. Mis besos han dejado de serlo, para transformarse en roces de mi lengua, en chupetes que mis apretados labios dejan intencionalmente en tu piel, con ganas de dejarte marcada por mí, marcada como tú me marcas cada vez que pasas un segundo de tu vida conmigo.

El control me abandona, y pierdo la noción de todo, solo siento que de este lado de la ventana tu y yo estamos bajo resguardo, que de este lado de la ventana no hay frío alguno, y solo el calor de nuestras pieles, el calor intenso de nuestros sexos, que no se en que momento comenzaron a frotarse el uno contra el otro, y tampoco me importa saber cuando ocurrió, solo me dedico a sentir que mi erección va y viene en un constante roce contra la entrada de tu vagina, que se humedece tanto como siempre y me excita tanto como nunca.

Las palmas de tus manos se apoyan en el marco de la ventana, y las mías se enredan por todo tu cuerpo, acariciando, sobando y disfrutando de cada poro en tu piel por el que caminan mis dedos, es como si te atara a mi, deseando jamás dejarte ir, pero con una atadura que se desliza, corre y camina por las curvas de tus senos, o por las de tu entrepierna que intento preparar para que me recibas en tu sexo, en tu sexo en el que quiero vivir y morir... recíbeme en tu sexo...

Nuestras bocas se abren, y dejan escapar el primer gemido, el que lo desborda todo, el que deja en claro todo lo que seguirá, tu sexo se abre, pero no para dejar escapar nada, sino para aprisionarme dentro de ti, con un apretón que me hace erizar cada vello en mi cuerpo, y que me hace desear y casi rogar porque no dejes de apretarme, porque no me dejes ir.

Entre contracciones entro, y con suavidad salgo, y todo para repetirlo de nuevo, pero con la velocidad de un desquiciado que pierde toda la cordura cuando esta dentro de ti, por eso te penetro hasta que nuestro gemido mutuo no suena sino a jadeo de placer, y casi de dolor por haberte llegado hasta el fondo, y lo repito todo de nuevo, y de nuevo, y de nuevo, y salgo de ti hasta dejar nada mas que la punta en tus adentros, y empujar de nuevo, pero cada vez con mas dureza, tanta, que embestida tras embestida tus pezones se acercan peligrosamente a la ventana, tanto, hasta que empujo una ultima vez y tus pezones se chocan y se aplastan contra el cristal.

Tus manos hacia atrás me tocan, me dicen que no pare, que no me atreva a detenerme, y yo sonrío, porque no necesitas pedírmelo, nunca me detendría una vez que estoy en ti, al contrario, por eso bajo mis dedos a prisa y con ganas hasta tocar tu clítoris, y ahí deshacerte en una sobada que suba y baja, que se empape y use esa misma humedad para ir mas y mas, y mas rápido hasta que la penetración te queme como tu estas quemando mi sexo que se muere por dejar de contenerse, y explotar en tu interior hasta vaciarse y dejarte llena... llena de mi.

Entonces nuestro entendimiento actúa una vez mas, y antes de que yo te diga entre gritos que ya no puedo más, tu sexo es el que me baña y tus contracciones las que me silencian para solo dedicarme a acabar, a vaciarme y apretarte a mi pecho con fuerzas casi tan salvajes como nuestra penetración, como nuestro deseo mutuo que ambos sabemos... que será eterno.

Y no hay mas frío, y no hay más lluvia, y no hay más gente en la calle, pero aunque los hubiera, tú y yo no nos habríamos detenido por nada en el mundo, ¿no es así?