16 de junio de 2014

No moriré en Marte

Escuchando Space Oddity de David Bowie y recordando el salto desde la estratosfera de Felix Baumgartner, me dieron unas ganas locas de ir al espacio, salir de mi nave y saltar, pero no hacia la tierra, sino ¡hacia el otro lado! Más específicamente hacia la luna. Y como ya estoy escribiendo esta burrada, la describiré completa…



Me veo subiendo hasta la estratosfera en un globo (sin reírse, que así subió Felix), una vez en la estratosfera, sentarme en el borde de la canastilla, y de ahí pegar un salto al vacío hasta alcanzar un cohete que me está esperando ahí (un tipo de servicio de taxis espaciales) para llevarme un poco más arriba, solo hasta sacarme de las garras de la fuerza de gravedad de la tierra, todo esto estando envestido en un traje que me hace ver muy galán y que hace que mi respiración se escuche como la de Darth Vader.

En la puerta de entrada del cohete me detengo a tomar una foto (no una selfie, odio las selfies) de la tierra, y una vez tengo la toma perfecta (vamos, no se puede tener una toma imperfecta con semejante panorama), arrojar la cámara fotográfica hacia la tierra, tratando de apuntar bien para que la cámara caiga en México (solo por joder, esos mexicanos se creen todo, ya los imagino si algo así les cae del cielo). Ya dentro del cohete, me siento en el asiento del piloto y me ajusto el cinturón de seguridad (la seguridad es lo primero), reviso las palancas (lo pongo en neutral), los botones, ajusto el espejo retrovisor y me pregunto… ¿cómo mierda se pilotea un cohete?

Como no tengo idea de que botón apretar, saco mi Tablet (sí, yo uso tableta, no uso teléfono inteligente porque no me gusta que mi teléfono sea más inteligente que yo) de mi elegante traje espacial y me dispongo a buscar en internet un curso rápido de navegación espacial (“manejar cohetes para idiotas”), pero ¡zas! ¡No hay internet! ¡Puta madre! ¿Cómo tienen la tecnología para tener un servicio de taxis espaciales y no tener internet? Es más… ¿cómo tienen taxis espaciales y no les ponen un conductor? Bueno, ni hablar, tendré que tirar palancas a lo bestia hasta que algo pase… o logro arrancar o me lleva el diablo ahí mismo, pero tengo que moverme ya antes de la próxima lluvia de basura espacial (¿o que no vieron la peli de “gravedad”?), así que jalo de una palanca y ¡boom! Salgo disparado a “Putocientos” kilómetros por segundo directo hacia la luna.

Menos mal que me puse el cinturón de seguridad, porque esta porquería es rápida. Pero ahora tengo un problema, me acerco demasiado rápido a la luna y no tengo NPI de cuál es el freno. De nuevo aplico la técnica de tirar palancas a lo “Homero Simpson”, pero no parece funcionar, pues ya active hasta el limpia brisas pero nada que freno, solo quedan dos palancas por tirar, así que para que no sea al azar, tiro de las dos últimas palancas al mismo tiempo y… ¡mierda! Salgo disparado fuera del puto cohete, ¡tiré de la palanca de eyección del asiento! Y para colmo, cuando voy en vuelo directo hacia quien sabe dónde cuernos, veo que el cohete comienza a frenar hasta alunizar suavecito y quedar estacionado al lado del Apolo 11.

Para éste momento yo ya me vuelvo chango, pues no solo acabo de perder mi vehículo, sino que ya me pasé de mi destino inicial y la luna va quedando lentamente detrás de mí. Bueno, al menos puedo ver el lado oscuro de la luna, de Pink Floyd mientras ve voy alejando de todo, miro una última vez a la tierra y digo, pues nada, igual ya no había nada ahí para mí, y me pongo cómodo para flotar hasta donde el oxígeno del traje alcance o la batería de mi mp3 se termine (porque claro, mi traje tiene entrada USB).

Después de flotar por algunas horas, ya alcanzo a visualizar a Marte, y me digo a mi mismo: “Mi mismo, Marte no es una mala opción, aterriza ahí”. El problema es que mi caída parece suave y lenta, pero realmente voy cayendo a “madrecientos mil” km/h y sin vehículo de por medio para aterrizar vivo, me doy cuenta que, como dicen en mi pueblo “ya me llevó el cuerno”.
Intento hacer algo conforme el planeta rojo se ve cada vez más rojo, pero voy casi indefenso, y para terminarla de joder, se agota la batería de mi mp3 justo cuando iba a empezar el solo de “November rain”.

La cosa pinta mal para mí a estas alturas (literalmente “a estas alturas”), pero justo ahí recuerdo que mi traje cuenta con una última medida de seguridad… ¡un paracaídas! Así que con una ilusión renovada en mi rostro, presiono el seguro que dispara un enorme y colorido paracaídas con la cara de Bob Esponja (yo no elegí el paracaídas), grito feliz y hago señas obscenas al planeta rojo, mostrándole el dedo medio y diciéndole “¡¡Jajaja no moriré en marte!!” pero en mi momento de más alegría recuerdo algo de mis tiempos en la escuela primaria… en el espacio no hay aire… ¿¿entonces para qué quiero un puto paracaídas?? Ahí siento que mi cordura se hace rollito y se me mete por el culo mientras caigo más rápido que la economía y re puteo en todos los idiomas que conozco (ósea, solo dos).

¡Maldita sea! ¡Me lleva la chingada! ¡Puta madre! ¡Me cago en la leche! ¡La concha de tu madre, puto paracaídas! ¡Fuck you, you dumb shit motherfucker!

Y en ese momento, en ese preciso momento de desesperación y desahogo, alcanzo a divisar un lago en Marte, si, un lago, ahora no solo voy a sobrevivir, sino que habré encontrado lo que los pendejos de la NASA no pudieron… ¡agua en Marte!
Cierro los ojos y me concentro para no desviarme de mi ruta y caer justo en el agua, me persigno (cosa que no hacía desde que hice mi primera comunión), y me encomiendo al “Ave María-Dame puntería” cuando… ¡¡Pumm!! Soy arrollado por un marciano que venía conduciendo su OVNI a exceso de velocidad y más ebrio que un irlandés en San Patricio.

Pero bueno, al menos fui al espacio, tome una foto a la curvatura de la tierra, provoque un nuevo cráter en México, dejé un compañero para el Apolo 11, conocí el lado oscuro de la luna, descubrí agua en marte y dejé la cara de Bob Esponja sobre la superficie marciana, ¿qué más podría pedir?


Ehmmm, bueno… estar vivo, quizás.