No me preguntes por qué te amo, o pasarás toda la tarde bajo el reflejo de mi sonrisa, el calor de mi cuerpo y el sonido de todas las ilusiones que junto a ti me brotan del alma.
No me preguntes por qué te amo, o para cuando llegue la noche te habré atrapado con la fuerza de mis brazos y la humedad de mis labios, y sometida por este amor que en mí creaste, y el vicio de ti que no me controlaste, entenderás entre miradas indiscretas y caricias perversas, que ya nada puedes hacer para que no te ame, y que dentro de tu cuerpo mi placer siempre acabe.
No me preguntes por qué te amo, ya que el compendio de mis desvaríos siempre buscará lugar en la recopilación de tus delirios, y la apología que resultará, en un “porque eres mi vida” siempre se recitará.
No me preguntes por qué te amo…
O porque te amo, te diré todo eso mil veces con mi voz…