13 de julio de 2012

El Búnker

Bob era un hombre común, y su mujer también, o casi, y es que ambos compartían una paranoia extrema sobre la sociedad, el sistema en general y su inminente colapso, así que, habiéndose preparado para todos los apocalípticos escenarios, vivían en una casa alejada de la civilización, mas cercana al bosque que a la ciudad, y habían construido un búnker justo al lado de su propiedad, si, un búnker, acondicionado para las necesidades básicas, provisto de alimentos y bebida para un año, con una puerta anti bombas, y paredes gruesas. Les costo dinero y tiempo construirlo, pero lo hicieron y solo así se sintieron seguros, dentro de su paranoia, claro.

Un día, Bob y su mujer retozaban viendo las noticias en TV... hasta que un ruido irrumpió brutalmente en su tranquilidad. Le siguieron en automático ruidos fuertes, como sacudidas de tierra continuas que se hacían mas y mas estruendosas y que terminaron de alterar a la pareja, todo se arruino cuando una explosión pareció impactar muy cerca de su casa, los ojos de ambos se iluminaron con la luz de lo que semejaba la suma de un millón de flashes disparados al mismo tiempo, encandilados, cegados y aturdidos, Bob solo pudo pensar una cosa... "¡Al búnker!"

Tomó a su esposa y huyeron rápidamente a su cuarto de hormigón, su huida fue cimbrada por impactos que parecían golpear mas y más cerca de ellos, llegaron a la entrada en medio de estruendos, gritos de pánico y un caos total, finalmente, Bob y su mujer alcanzaron a cerrar la puerta... justo al tiempo que sus ojos veían como una gran cantidad de tierra caía sobre su búnker y obstruía su única salida. Bob miró a su esposa y le dijo con la mirada llena de terror: "nos atacaron, y bloquearon la puerta".

Ella lo intento consolar, abrazándole y diciéndole: "tranquilo, mi amor, estamos a salvo, tenemos comida para un año, nos quedaremos aquí y estaremos bien". Los dos se sentaron y se abrazaron en un rincón de aquel cuarto de seguridad, el silencio que les brindaban los gruesos muros a prueba de ruidos los hacían calmarse, o eso parecía, porque realmente estaban aterrados, llorando y viendo en sus mentes como todas sus pesadillas se volvían realidad.

...Ojala alguien hubiera escuchado lo que se dijeron uno al otro cuando salieron del búnker una semana después y se enteraron que el mundo no se acabó, que solo habían sido asustados por las explosiones de un grupo de constructores que estaban usando dinamita para trazar el camino de una nueva autopista, una que cruzaría cerca del bosque donde vivían nuestros paranoicos protagonistas.