31 de agosto de 2012

Un juguete para la pareja

Luciana y Alex eran una pareja intensa, sexualmente muy activa y siempre en búsqueda por exprimentar sensaciones y escenarios nuevos. Habían probado muchas cosas, pero hoy probarían algo nuevo, un juguete llamado "bala" que no era otra cosa que un vibrador pequeño, con forma ovalada y que vibraba en varios niveles por medio de un control inalámbrico (un mando a distancia).



Decidieron usar por primera vez el aparatejo en la fiesta de unos colegas de trabajo. El día previsto llegaron a la casa donde se realizaba la fiesta, y mientras los anfitriones les presentaban al resto de los invitados y les explicaban que ellos estarían en el jardín, para que así los hijos de las parejas se quedaran dentro de la casa con películas y videojuegos, Alex y Luciana solo esperaban probar su nuevo juguete. El momento se dio y ella se disculpo para entrar al baño, Alex vio a su pareja guiñarle un ojo al tiempo que le dejaba algo en la mano... era el pequeño y curioso control de aquel vibrador.

Luciana, dentro del baño se preparo nerviosa, bajo su tanga y empezó a meterse aquel pequeño ovalo en su vagina, los nervios traían consigo risas, ella veía la forma del aparato y le parecía estarse metiendo un huevo sorpresa, teniendo claro, que realmente le traería sorpresas cuando su chico lo activara. Subió su ropa interior, salio del baño y acomodó al invasor con un par de pasos largos y uno que otro levante en las puntas de los pies para que aquello "asentara justo y correcto". Una pequeña niña que jugaba videojuegos vio a Luciana dirigirse hacia el jardín y pensó que esa mujer caminaba como pato.

Luciana llegó con el resto de los invitados, pero no veía a Alex, lo buscaba con morbo, morbo que intentó distraer sirviéndose una bebida, y mientras lo hacia... ¡zas! aquel huevito sorpresa se activo haciéndola derramar la bebida en su mano y sobre la mesa, eso, sumado a que sus piernas se doblaron ante la sensación vibradora, causaron que todos los presentes corrieran a su auxilio, todos opinaban y preguntaban que la había hecho casi caer... ¿el suelo estaría mojado? ¿la bebida estará muy fuerte? ¿se habrá mareado? ¿estará embarazada?

Un par de hombres tomaron a Luciana apoyándole por los brazos, la llevaban a sentar cuando... ¡zas! de nuevo el huevito rumbero la hacia levantar los pies del suelo, dejando todo su peso en aquellos hombres que pasaron de ayudarle a caminar, a cargarla como si llevaran a una borracha fuera del bar. El vibrador era demasiado fuerte para su tamaño, "¿el tamaño no importa?" se pensaba Luciana mientras sentaban su cimbrado trasero en una cómoda silla de jardín, el aparato la dejo respirar un momento y ella alcanzó a disculparse diciendo que estaba un poco agotada, pero que ahora se ponía bien.

Estando sentada maldecía a Alex y a toda su familia, al menos podía haberle avisado, o empezar por el nivel mas bajo de aquella joyita. Se levantó buscando a su pareja cuando al segundo paso... ¡zas! el huevo del diablo hizo que su tercer paso fuera, ahora si, como el de un pato, se detuvo y trato de acostumbrarse a la vibración, poco a poco lo lograba, pero aun así era demasiado fuerte, así que su caminar de regreso hacia la casa simulaba el de un astronauta en la superficie lunar.

Al entrar a la casa, el endemoniado juguete dejó de vibrar, y ella solo quería aprovechar el respiro para correr al baño y quitarse aquella cosa, ahí se encontró de frente con Alex, que tenia un rostro de susto digno de un niño que acaba de hacer algún desastre, ella le reclamó y le dijo que se sacaría el juguete para después metérselo a él por el culo, todo esto sin dejar explicarse a Alex, quien solo alcanzo a decir: "yo solo lo encendí..." Luciana corrió al baño maldiciendo.

Dentro del baño se bajo su tanga, separo sus piernas y se fue en busca de aquel plástico poseído, pero cuando sus dedos rozaban sus labios vaginales... ¡zas! aquella cosa parecía no estar dispuesta a irse sin una ultima pelea, ¡y vaya pelea!, porque esta vez la vibración era como para provocar un tsunami... que, siendo juntos, si lo provocó, porque Luciana era tan morbosa y sexual, que dentro de todo su coraje estaba sintiendo que las piernas se le hacían de agua ante oleadas y oleadas de placer que la doblaban acercándola al suelo y al éxtasis, más aún cuando a punto del clímax, sus dedos alcanzaron el vibrador y lo hicieron salir justo al momento de su orgasmo.

Ella se quedó de rodillas en el suelo, contrariada en pensamientos y gozada en sensaciones, miraba fijamente ese juguete que todavía vibraba como un demonio bañado con agua bendita (aunque aquel liquido no era precisamente agua bendita). Luciana decidió reírse ante la situación, se preguntaba como es que aquella cosa, que parecía salida de una cajita feliz McDonald's tenia la fuerza de un huevo semental; envolvió el juguete y lo metió en su bolso.

Mientras tanto, afuera del baño, Alex se preguntaba como explicarle a Luciana que había perdido el control del vibrador, cuando escucho un alegato entre los niños del salón... Los niños hacían corajes y peleaban porque el rarísimo control de la televisión no cambiaba los canales por más que le apretaban y le apretaban.