14 de octubre de 2013

Dragon Ball y el cine de treintañeros

Ya tengo una sección de “Cine” en el blog, y he pensado en llenarla con más frecuencia, no planeo hacer críticas, ya existen como 10 millones de sitios donde critican películas como si en ello les fuera la vida, serán solo entradas “a mi estilo” que a veces de lo que menos hable sea de la historia de la película.

Como en este caso, a nadie le interesa la historia de Dragon Ball (o Bola de Dragon en algunos países) es más, ni a mí me interesa, más bien fui a verla por nostalgias. Soy un fan del anime, aunque hace tiempo me aleje de ese mundo y hoy esa parte de mí se limita a ver algún episodio o peli muy de vez en cuando, y empecé con la afición por este anime, Dragon Ball llego a México y se hizo sumamente popular casi al instante, yo por esos tiempos estaba terminando la primaria, y al pasar a la secundaria, fue un excelente tema de conversación para conocer nuevas personas, una cosa llevo a otra, y yo termine vendiendo anime en mi escuela. Iba a convenciones, expos y demás donde conseguía mucho material que revendía al triple de su costo original (no me enorgullece decirlo… bueno, si…) y total, que para vender algo tienes que saber de qué va, ¿no? así que me sabia la historia al derecho y al revés, entonces ahora que se estrenó una película de esta serie, como 17 años después de lo último que se escribió sobre ella, pues tenía que verla.

Y lo chistoso del asunto, es que entrando al cine se confirmó mi pensamiento, era un 70% de treintañeros, un 25% de niños, y un 5% de gente que no sabía que estaba haciendo ahí. Y era chistoso al mismo tiempo porque, conforme avanzaba la peli, me di cuenta que en esta ocasión éramos los adultos (¿o debería poner “adultos”?) los que íbamos explicando a los niños que era lo que estaba pasando en una peli de dibujos animados  XD Usualmente cuando la peli es de dibujos o de animación, uno va más perdido que chivo en cristalería, pero aquí, los enanos eran los que no entendían quién era quien o porque había niños con cola de mono. Y nada, sino me avergüenzo de haber estafado a mis compañeros de escuela con mis precios, menos me avergüenzo de decir que me divertí más que todos los pitufos ahí presentes ese día.

Bendito anime, no sé qué tiene, pero siento que aun cuando tenga 50 años, de vez en cuando aún me sentaré a ver un buen episodio de dibujitos japoneses.