15 de enero de 2015

Quitándole lo aburrido al viaje 3

Parte 1: http://ssydd.blogspot.com/2015/01/quitandole-lo-aburrido-al-viaje.html
Parte 2: http://ssydd.blogspot.com/2015/01/quitandole-lo-aburrido-al-viaje-2.html

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Tu orgasmo te dejó vibrando, te dejó empapada y agotada, o eso creía yo, pues apenas retiré mi mano de entre tus piernas, no me diste tiempo a nada y subiste sobre mi cuerpo, flexionando tus rodillas a los costados de mi asiento y bajaste hasta dejar tus ojos frente a mi mirada. Bajé la velocidad conforme tú te sentabas directamente sobre mis piernas, rozando tu clítoris contra mi erección, te restregaste mi sexo contra el tuyo un par de veces, hasta que decidiste que era suficiente, lo tomaste con la mano, lo dirigiste hacia tu entrada y bajaste hasta devorarlo en un solo movimiento. La sensación de tu vagina subiendo y bajando en mi pene me hizo  perder la noción de todo a mí alrededor.

Bajé más la velocidad porque veía coches delante, pero decidí usar eso como complemento de la locura imparable que ya estábamos cometiendo; me emparejé hasta quedar al costado de un auto, y justo ahí solté el volante para posar mis manos sobre tu camisa y arrancar los botones de un tirón, tu cuerpo quedó expuesto ante mí, y ante cualquiera que tripulara ese coche al lado, a ti no sólo no te importó, sino que echaste tu cuerpo atrás y recostaste tu espalda directamente sobre el volante, poniendo tus manos a los costados del tablero y mirándome con una expresión de vicio total… ese vicio tuyo que tanto amo.

Mi sexo duro entraba completamente en ti en cada bajada que tu cuerpo daba sobre el mío, yo me recliné hacia adelante y besé tu piel por todos lados hasta encontrar tus pezones y cubrirlos con mis labios y el filo de mis dientes. El placer y el morbo era tanto, que te avisé que no aguantaría mucho más, tú te tomaste de mis hombros y te impulsaste más fuerte para caer pesadamente sobre mi sexo. Tomé tus pechos con firmeza, y cuando tu cuerpo subió te dije: “no te muevas” prácticamente dirigía el coche con tu cuerpo, y ya no te dejé bajar para ahora yo poder empujar mi sexo en ti.


Embestí fuerte y descontrolado, te penetré con morbo, con ganas, casi con furia, la furia de ese animal que siempre despiertas en mí, y no paré de empujar hasta que no quedó espacio entre tu sexo y el mío, y así, pegados en cuerpo y unidos en alma, eyaculé en tu interior hasta que sentí que quedé vacío.

Retomé el volante, tú intentaste bajar de mí y regresar a tu asiento, pero no te lo permití, te dije que así continuáramos el resto del camino, tú me sonreíste y te apretarte contra mi pecho, aun moviendo tu cadera en pequeños círculos que no dejaban que mi erección se perdiera.
Miramos al coche al lado de nosotros, no se nos había despegado, y supimos porque cuando vimos que era conducido por una mujer, y que esa mujer tenía sus pechos fuera de su ropa, no sólo disfrutó el espectáculo, sino que nos hacía señas que miráramos adelante, señalaba a un restaurante que se veía en el horizonte. Tú y yo nos miramos sonriendo y te pregunté… “¿te quedaste con hambre?”