- ¿Por qué?
Volví a matar a alguien
- Dios mío. ¿Por qué lo hiciste?
No me pude controlar, lo intenté como usted me pidió la otra vez, pero es más fuerte que yo… Y la asesine con mis propias manos…
- ¿A quien?
Otra prostituta. Esta era más joven que la anterior. Fue más sencillo esta vez.
- No puedes volver a hacerlo.
Usted sabe que lo haré, y volveré aquí para que me ayude.
- Yo no puedo ayudarte, ya no…
Pero usted siempre me ha ayudado, desde que maté a aquellos perros, y a aquellos gatos ¿recuerda? Después de hacerlo me sentía lo peor, y usted me ayudó, me hizo sentirme bien nuevamente. No importaba lo que hiciera, usted me perdonaba siempre.
- Necesitas otro tipo de ayuda.
¡Nooo! Los otros tipos de ayuda me encerrarían, si… me encerrarían y jamás podría salir. Ellos me tomarían por un monstruo, y yo no soy un monstruo. ¿Verdad?
- No, no lo eres.
¡Entonces ayúdeme! hágame sentir bien.
- ¿Cómo podría hacerte sentir mejor para que no lo vuelvas a hacer?
Con rosarios, penitencias y avés marías, Padre, eso siempre me hace sentir que soy una buena persona…