26 de octubre de 2012

Cuando los cuerpos se entienden

Me siento desnudo en la cama, cierro los ojos y me pierdo en tus dominios.
Te escucho, escucho tus pasos acercándose a mí, no intento abrir los ojos.
La temperatura de mi cuerpo cambia desde mis pies y sube lentamente.
Eres tú, te arrastras por la cama acariciando mi cuerpo con el tuyo.
Mis ojos se mantienen cerrados, pero ya me llega tu fragancia.

Me seduces incluso con tu olor, la tentación de mirarte se apodera de mí.
Pero el placer de quitarme un sentido, amplifica los cuatro restantes.
Suspiro por excitación, tus senos se han posado sobre mis muslos.
Me recorres con delicadeza, pero te apoderas de mí con firmeza.
Tus tersas manos laten en mis testículos, mi sexo desespera.

Mis manos te buscan, tu aliento las detiene, exhalas en mi erección.
Mi sexo ansía tu boca, pero subes y lo aprisionas con tu vientre.
Tus labios besan mi pecho, tu abdomen masturba mis ganas.
Subes, bajas, friccionas mi cordura contra mi calentura.
Desespero y me silencias, con tu lengua en la mía.

Subiste tallándote contra mí, grabando sensaciones por toda mi piel.
Frente a frente, tu aliento contra el mío, tu lengua enredada por la mía.
Pones mis manos contra ti, palpo la deliciosa contradicción de tus pechos.
Los acaricio en toda su firme suavidad, y los aprieto con mi suave firmeza.
Tus pezones duros quieren mi boca, la ansiedad de mi falo quiere entrar en ti.

Tu mano y la mía, bajando en complicidad por el medio de nuestros cuerpos.
Mis dedos bordean tu clítoris y abren tus labios, los tuyos dirigen mi pene.
El gemido es inconfundible, bajas penetrándote, subo compenetrándote.
Movimientos fuertes, círculos pronunciados, y jadeos acompasados.
La suavidad destrozada, mi mano en tu cuello, me encajas tus uñas.

Y morimos juntos en un orgasmo…
Y perdemos vida en un orgasmo…
Y ganamos alma en un orgasmo…
Y renacemos juntos en un orgasmo…

La respiración se normaliza, los jadeos se apaciguan en gemidos mutuos.
Los cuerpos mojados no se alejan, los sexos empapados no se separan.
El dorado de tu cabello traspasa mis parpados, me dice que los abra.
El sol en tus ojos me recibe, resplandeciendo tu hermosa sonrisa.
Y no hay palabras… y no hay necesidad de ellas tampoco.

 …No cuando los cuerpos se entienden, como el tuyo y el mío.