6 de septiembre de 2013

Mis manos son tuyas



Llego a casa y te busco, pero en ese momento tú entras por la puerta, te recibo con una sonrisa que es respondida con uno de tus abrazos, uno de esos prolongados, tiernos, calidos que tan bien se sienten sobre mi cuerpo. Noto en tu abrazo que estás cansada, te abrazo apretándote fuerte, y tu gesto es de alivio; "necesitas un masaje" te propongo, y tú asientes.

Pero antes de que pueda iniciar, tomas mis manos en las tuyas, y las llevas a tus hombros, ahí quieres que comience. Masajeo suave llevando las puntas de mis dedos de abajo hacia arriba, hasta llegar al inicio de tu cuello, de ahí vuelvo hacia abajo pero con un movimiento mas firme, con la palma de mi mano bien extendida en tu piel, y la intensidad suficiente como para sacarte otro gesto de alivio de tu boca.

Me haces una señal con tu mirada, quieres que baje mis manos por tus brazos. Camino mis dedos por tus hombros, y al llegar al comienzo de tus brazos, te aprieto ligeramente con el puño de mi mano, frotando tus antebrazos una y otra vez, subiendo y bajando hasta tus codos, tu piel se va calentando y el roce es mas sensitivo en cada pasada que doy sobre tu piel, así lo dicen tus ojos que se aprietan cuando mis manos suben, y un ligero gemido que escapa de tu boca cuando mis manos bajan.

Entonces atrapas una de mis manos en las tuyas, y me guías hasta nuestro cómodo sillón, allí te pones de espaldas a mi, y te despojas de la ropa que llevas de la cintura hacia arriba, y así, semi desnuda te recuestas boca abajo, regalándome una vista exquisita de tu delicada y bien torneada espalda, desnuda ante mi... desnuda para mi.

Pero tu quieres seguir guiando mis manos, así me lo haces saber cuando con una palabra cambias de lugar mis dedos y me dices: "mas abajo...". Mas abajo llego a tus lumbares y delicadamente froto hacia abajo con la punta de mis dedos, y subo con el dorso de mi mano hasta que te escucho un nuevo gemido de tu boca, pero no es un gemido de dolor, es de alivio... y quizás de algo mas.

El masaje continúa como tú lo deseas, llevas mis manos por toda tu espalda, las haces subir, bajar y caminar por tu piel a tu voluntad. Las molestias del cansancio parecen haber desaparecido. Te miro y con solo verte me provoca un suspiro, te ves tan hermosa, relajada, delicada, elegante, y tan sensual con tu espalda desnuda, que no puedo resistirme a tocarte de nuevo, pero esta vez colocando mis manos en los costados de tus senos, acunándolos mientras el calor que desprenden contagia las palmas de mis manos, y cada vello en mi piel se eriza al rozar la punta de mis dedos con tus pezones... con tus duros pezones.

Y ahí, cuando estoy a punto de girarte y comerme tus pechos, me detienes y me dices que primero debo terminar de masajear tu cuerpo, y con tu voz mas provocativa y sugerente me dices: "Falta el masaje en la parte baja de mi cuerpo..." 



Continuará...