Antes que nada, esta es una historia verídica, por eso no la puse en la sección de Fumando Orégano.
Ayer domingo no amanecí muy de buenas que digamos, ya que tenía que atender un trabajo pendiente y además muy temprano por la mañana, afortunadamente no era muy lejos de casa, así que dejé el coche y caminé.
A un par de calles de aquí hay un Motel (ya saben lo que es un motel y a que se va a tan pintorescos lugares), al ir caminando por la fachada del lugar, debí detenerme ya que un auto iba a entrar, me detuve y vi que el coche era un modelo clásico, y que adentro venía manejando un hombre de aproximadamente unos 75 años o incluso más, y su acompañante era una mujer de más o menos la misma edad, ambos con el cabello practicamente blanco, las arrugas correspondientes de la edad, anteojos, etc. No solo se veían de lo más alegres, sino que la mujer agarrada del brazo del señor le hacía caricias. Entraron y detuvieron el coche en la ventanilla de recepción del Motel, ya saben, como un autoservicio del McDonald’s, yo me quede a ver ya bastante intrigado, intriga que desapareció cuando el hombre estiró su brazo y metió unos billetes a la ventanilla, diciendo con voz alta y una total seguridad: “Una habitación de lujo... por dos horas por favor.”
Ahora... esas son las cosas que si te pueden cambiar un amanecer tedioso por una cara sonriente.